Djokovic se impone a Nadal en una final eterna



29/01/2012

Novak Djokovic venció su tercer Abierto de Australia, el segundo consecutivo, al vencer a Rafa Nadal en un partido dramático a cinco sets, por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5), 7-5, que se ha convertido en la final más larga de un Grand Slam, con una duración de casi seis horas.

El serbio comienza el año a lo grande, como hizo el año pasado precisamente contra Nadal en la final de Melbourne, y reafirma su condición de número uno del mundo. De esta manera, el serbio se ha impuesto en las últimas siete finales a Nadal, incluidas tres finales de Grand Slam (Wimbledon, Abierto de Estados Unidos y Abierto de Australia).

A diferencia de los últimos encuentros entre los dos tenistas, el balear ha comenzado muy sólido desde el primer set, con una mentalidad agresiva y muy seguro con su servicio. A pesar de los 33 grados que marcaba el Rod Laver Arena, ambos jugadores exhibieron un gran nivel, aunque el serbio falló más y su saque dejaba mucho que desear.

Los finalistas se rompieron el servicio y llegaron con igualdad al final del set. Pero con 5-5 en el marcador, Nadal estuvo más acertado y consiguió poner la primera distancia a su favor en el marcador (5-7).

El drive de Nadal puso en serios apuros al serbio

Lejos de amilanarse, Djokovic, con un balance de 52 victorias por 92 derrotas tras perder el primer set, empezó con un juego más agresivo, sabedor de que debía soltar más el brazo para llevar la iniciativa de los puntos si quería cambiar el panorama en la segunda manga. Con menos errores no forzados y un juego menos permisivo, Nole hizo un break en el quinto juego (4-1).

El número dos del mundo tenía la difícil misión de remontar y a punto estuvo de hacerlo, ya que salvó una bola de rotura con su saque y otras dos cuando servía su adversario. Nadal, con pelota para igualar a cinco juegos, vio cómo una revisión del Ojo del Halcón dio la razón al serbio, que se llevó el juego y el set por 6-4 en la cuarta oportunidad de que dispuso, después de una doble falta del manacorí.

Con un Djokovic lanzado y un Nadal cabizbajo, el tercer set pareció una prolongación del segundo. El pupilo de Marian Vajda cada vez estaba más metido en la pista y el recuerdo de las anteriores finales parecía rondar en la mente de Rafa Nadal. Un Djokovic bien situado, paciente y demoledor en el momento preciso cerró un cómodo 6-2 y se puso con dos sets a uno a favor.

El cuarto set decidió que la tensión del partido debía empezar a tomar tintes de drama y los intercambios entre los dos mejores tenistas del planeta empezaron a recrudecerse. La intensidad y los nervios también aumentaron. Con un 4-4, Nadal demostró que es, de largo, el jugador que mejor se sobrepone a los puntos de rotura contrarios y el que mejor sabe jugar bajo presión, y remontó un 0-40 para llevarse el juego y ponerse por delante.

El manacorí se superó y remontó en el cuarto set

Justo después, una suave llovizna interrumpió el partido durante 10 minutos, lo que tardó el techo retráctil en cubrir la pista. El juego se retomó y el tie-break, inexorable, impartió justicia sin miramientos. A pesar de que ambas raquetas firmaron intercambios de altísimo desgaste, Nadal jugó los puntos importantes un poco mejor y se adjudicó el cuarto set por 7-6 (5), que llegó a los 88 minutos.

El quinto y definitivo parcial empezó con la sensación de que Nadal estaba más cerca de la victoria que Djokovic. De hecho, se le veía más entero tanto física como psíquicamente que su oponente y, además, el balear dominaba por 4-2. Pero entonces Djoker volvió a las andadas, como solía hacer antaño para desviar la atención del partido, cuando las cosas se ponían feas, y empezó a desplegar muecas de dolor y gestos de cansancio.

Djokovic, que por momentos recordó a aquel Sampras que venció dramáticamente a Corretja en los cuartos de final del Abierto de Estados Unidos de 1996, sacó fuerzas de flaqueza, igualó el marcador cuando la estoica parecía haberle vencido y rompió a Nadal en el undécimo juego.

El balcánico, que hasta entonces había tenido pie y medio fuera de la final, sonrió al público como incrédulo, con la mirada perdida ante la acalorada concurrencia, y besó la cruz que llevaba en el cuello. Era el momento de la verdad, con 5-4, debía cerrar el partido, algo que no se antojaba nada fácil y menos ante el peor rival posible, que deviolvía todas las bombas del serbio.

Como no podía ser de otra manera, el último y definitivo juego fue sufrido: del 30-0 para Djokovic, a un 30-40 para el de Manacor. Esta vez, sin embargo, el serbio consiguió cerrar su servicio y proclamarse campeón de una de las mejores finales de la historia.

Alegría y decepción. La cara y cruz de una final de ensueño
Al término del encuentro, Rafa Nadal no escatimó elogios para su rival. “Djokovic se merece la victoria porque ha hecho un gran partido, así que solo me queda felicitarle a él y a todo su equipo después del gran torneo”, comentó.

El campeón, por su parte, reconoció el extraordinario partido de su rival en un partido para recordar: “Es una pena que no pueda haber dos ganadores, porque el partido de hoy pasará a la historia”, aseguró. Asimismo, dijo que espera tener “muchos partidos y finales así”, señal inequívoca de que las cosas se estarían haciendo bien.

Novak Djokovic, de 24 años, suma su quinto Grand Slam y convierte en el cuarto jugador que ha ganado tres o más veces en Australia después de Federer (4), Agassi (4) y Willander (4). Ahora, uno de los retos a los que, por juventud, puede aspirar, además de conseguir los cuatro grandes –solo le falta por ganar Roland Garros-, es igualar o superar el mítico registro de Roy Emerson, que venció seis veces en Melbourne.

El reloj marcó un nuevo récord en una final de Grand Slam




Fidel Rubio
 Traductor-intérprete y periodista deportivo
Carrera en Diario Metro, Diario 20 Minutos,8tv
Cadena COPE Barcelona, Radio Loca FM, y TV3
Twitter: @Fidel_Rubio 



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